domingo, 16 de agosto de 2009

Por casualidad, fui a Marruecos este fin…

x
Subiendo por la Tercera Avenida de los Palos Grandes, entre 5ta y 6ta Transversal, me conseguí, bien escondido a mano izquierda, con un restaurant de comida marroquí. Por mi insoportable instinto de probar, me estacioné, en la acera de enfrente porque no tiene estacionamiento, y entré.
x
Tiene dos ambientes, uno al aire libre y otro adentro con aire acondicionado, con un estilo demasiado minimalista para mi imagen de Marruecos, llena de alfombras persas, turbantes y casas color arena.
x
Al ojear el menú, la comida árabe tradicional o la más conocida por nosotros, salta a la vista. Al hablar con el mesonero, “estamos en época de Tisha b'Av así que los practicantes de la religión no consumen carnes durante 10 días”… o sea, esta es comida marroquí pero no árabe, sino judía.
x
Un recuerdo de una cultura en extinción, pues en Marruecos se cuentan sólo unas 7000 personas dentro de la colonia judía, siendo este país mayoritariamente árabe. En la ciudad de Marrakech, de la que supongo viene el nombre de este restaurant, quedan sólo 250 judíos. La que antes fue una cultura florenciente en este país, se ve ahora diezmada por la emigración de sus integrantes hacia otros puntos del planeta, principalmente Israel y Francia.
x

x
A pesar de la prohibición para los practicantes, yo elegí un couscous de cordero, kosher eso sí, y vegetales, mientras que mi acompañante, respetando la celebración hebrea, pidió un salmón en vino blanco con champiñones y papas al vapor. Para los que no lo saben, la comida tipo kosher, tienen certificación rabínica internacional, es bastante extenso y complicado de explicar, pero en el caso de las carnes, el Torá sólo permite comer animales terrestres con pezuñas hendidas y que rumian (por ende, el cerdo y el conejo por ejemplo, no pueden ser consumidos); pero la cosa no llega hasta ahí, porque si el animal cumple con estas características, como en el caso del cordero, para poder mantenerse puro debe ser matado de una manera particular, a través del shejitá, que consiste en un corte profundo y uniforme en el cuello del animal, previendo el menor sufrimiento posible.
x
Luego, el corderito debe ser desangrado totalmente, salándolo. No sé si mi cordero pasó por todo este proceso antes de llegar a mi estómago, pero supongo que sí, pues otros comensales eran judíos y comían muy contentos.
x
El mesonero empezó nuestra degustación con una deliciosa entrada “cortesía de la casa”, varios cortes de zanahoria, remolacha y pepinos (separados, no en ensalada), bien condimentados con especias marroquíes, aceite de oliva y un toque de limón, realmente excelente.
x
Para mí el pueblo judío es un misterio, principalmente porque no tengo amigos judíos, pero en el caso particular de Marruecos, sé que llegaron hasta este país hacia el siglo XIV, junto con un grueso número de musulmanes, perseguidos, esta vez, por la inquisición, es decir, los católicos. Las guerras y persecuciones religiosas siempre me han parecido absurdas, pero si algo bueno puede resultar de ellas, eso sería la fusión cultural y por ende culinaria que nos trae a este restaurant marroquí-judío en Caracas.
x
x
Para finalizar, una jarrita de té negro con menta. El servicio bien “pana” y criollo, aunque había un par de mesoneros con cara de ecuatorianos, pero conocedores de la comida y la historia de lo que estaban sirviendo. El precio… no es el más económico, pero he comido en restaurantes mucho más caros; con BsF 100 por persona, comen la entrada, el plato principal, una bebida y el té.

Ja!

2 comentarios:

Miranda B. dijo...

Excelente tip!
pasare a comer alli....
me gusto tu blog, voy a agregarte, pása a conocer el mio...
saludos

Daniel Arrieta dijo...

Wao! se ve excelente hay que ir...gracias por el tip!

Publicar un comentario